CIELO CUBIERTO
Es así: caen dos gotas y la ciudad se inunda de vendedores de paraguas. ¡Con qué velocidad se reparten los buscas para ofrecer ese techito ambulante que combate la hidrofobia! Un cronista del NO se calzó las botas (de goma) para develar uno de los grandes misterios de la ciudad.
Por Facundo Di Genova
Sigue lloviendo y Carlitos, que hasta hace un rato parecía un perro mojado y triste, ahora pone cara de contento. Todavía no son las dos de la tarde y acaba de vender en Retiro el último de los veintitrés paraguas que compró hoy a las seis de la mañana en el Once. Para este joven padre, como para todo el ejército de afiliados al gremio de la venta ambulante, se trata de algo matemático: basta que caigan dos gotas, sobre todo si es por la mañana, para que el porteño promedio, ese animal urbano que sufre horriblemente de hidrofobia, se abalance sobre el stock paragüero como señora ardiente en cumpleaños de Sandro.
NOTA COMPLETA
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-2455-2006-10-05.html
jueves, octubre 05, 2006
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