Siempre ha sido una proeza mantenerse en la fina línea de lo prohibido. Contar al borde de la denuncia fácil, pero saber entender el otro lado. Identificar entre la experimentación y el reviente. Arrancaba 1995 y si bien ya no era frecuente pincharse cocaína, muchos se la metían por la nariz que daba miedo, escabiando alcohol en dosis temerarias. (...)
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sábado, marzo 03, 2007
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